El ecosistema Biosfera 2, tras varios intentos, nunca llegó a ser autosuficiente. Este experimento de recrear un ambiente artificial y autosuficiente, una especie de Arca de Noé habitada por un grupo de humanos junto a 3800 especies, entre animales y vegetales, y que para el primer grupo de biosferianos, siempre resulto ser, algo más parecido a un Infierno que a un Paraíso.
Es importante destacar una enseñanza de este fracaso. En palabras de uno de los ideólogos y responsable de proyecto expresó: “Es extremadamente difícil querer emular a Dios para crear y hacer funcionar un planeta viviente”. Los científicos no tenían ni mucho tiempo para sus misiones principales, ya que utilizaban 95% del tiempo gestionando su comida y cuidando su supervivencia.
La Biosfera 2 ha llevado a grandes avances científicos en el mundo real; no sólo en el área que sus fundadores pretendían. Pero ese suele ser el caso con la ciencia, aunque la narrativa no siempre sea tan grandiosa. Todavía no sabemos si ocho personas podrían vivir durante años en un biodomo autosustentable (aunque estamos seguros que no pueden hacerlo en éste) pero tenemos un mejor entendimiento del calentamiento global y la acidificación de los océanos porque intentamos averiguarlo.
En ese sentido, quizá sea mejor pensar en la Biosfera 2 no tanto como un experimento científico, sino como una impresionante pieza de ciencia ficción. La idea fue una apuesta atrevida por tratar de imaginar el futuro después de la Tierra. Muchos de los parámetros fueron altamente arbitrarios, y todo estaba basado más en un “¿qué pasaría si…?” que en una hipótesis. La Gran Idea llegó primero, dispersada y refractada por todos lados, y ese útil subproducto fue su final feliz, a pesar de la caída que se tuvo del proyecto principal.
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